Andrés Marín y
Fírar Valencia acotan que “Cómo género específico existe solo una crónica”
(citados por Samper, 2007, p. 24). Sin embargo, muchos teóricos han elaborado
una tipología de crónicas para facilitar su comprensión y, podríamos agregar,
enseñanza. Rafael López (2009), en su texto La entrevista y la crónica,
plantea distingue la crónica de acuerdo a la intención, al enfoque, al
contenido, a la forma o al lugar desde donde esta se realiza. Así, según la
intencionalidad podemos distinguir la crónica informativa, la crónica
interpretativa y la crónica de opinión; según el enfoque, la crónica
impresionista, la crónica expresionista y la mixta; según el contenido, la
crónica roja, la crónica deportiva, la crónica taurina, la crónica de viajes,
la crónica urbana, la crónica testimonial y la crónica social; según la forma,
exhaustiva, de pincelada y desenfadas; según el lugar, crónica local, crónica
nacional, crónica del extranjero y crónica especializada.
Teniendo
en cuenta la anterior clasificación y el enfoque semántico-comunicativo del
proyecto, tendremos en cuenta la clasificación de acuerdo al contenido. Así,
abordaremos la crónica roja, la crónica deportiva, la
crónica de viajes, la crónica taurina, la crónica urbana, la crónica
testimonial:
1. La
crónica roja
La
crónica roja narra hechos delictivos, accidentes y catástrofes, en
general. Es decir, tiene como tema el crimen. Su elección se debe a la
presencia de historias delictivas en Colombia desde la conquista
y la colonia. Ya lo había dicho Daniel Samper: “Colombia exhibe una
orgullosa historia de narraciones relacionada con el mundo del delito, que se
remonta a los cronistas de Indias y produce autores tan notables como Juan
Rodríguez Freire y José María Cordovez Moure” (Samper, 2007, p. 24).
Un ejemplo es El cadáver viajero de Felipe González Toledo.
Un ejemplo es El cadáver viajero de Felipe González Toledo.
2. La
crónica deportiva
También
tiene una larga tradición. En ella se narra acontecimientos deportivos como un
campeonato de tenis o un partido de fútbol. De su redacción han surgido grandes
cronistas y narradores, tales como Ernest Hemingway, Gay Talese, Álvaro Cepeda
y Gabriel García Márquez, como por nombrar algunos cronistas. Un ejemplo es la crónica "La última visita a Sócrates" de Rodrigo Cavalheiro.
3. La
crónica de viajes
Tiene una larga tradición, dado
que desde tiempos remotos tenemos conocimiento de las crónicas de viaje. “Al
principio fueron documentos históricos que recogieron detalles de regiones
lejanas, costumbres, culturas y la vida social y política de cada una de ellas”
(REF, http://www.ref.pemex.com/octanaje/octa29/29cronic.htm). Los
cronistas de viaje han sido expedicionarios, investigadores, conquistadores y
algunos historiadores, escritores, novelistas y poetas. Estos últimos han
brindado las más bellas historias de viaje. Entre estos últimos encontramos a
reconocidos poetas como Octavio Paz, José Juan Tablada y José Asunción Silva.
La crónica de viajes se caracteriza por la descripción de los paisajes
extraños, ajenos, lejanos y nuevos que el cronista ve durante su andar
trashumante. A cada descripción, el cronista agrega una línea nueva en la
imagen del paisaje. En ocasiones, se llenan de fantasmas y misterios que cubren
a los personajes y los lugares, y es cuando se piensa en la crónica de viaje
como un texto literario; pues esos misterios y esos fantasmas “son productos de
la ilusión y de la espesa naturaleza, los ruidos, los rumores y la atmósfera
cargada de calores y mosquitos” (REF,
http://www.ref.pemex.com/octanaje/octa29/29cronic.htm). Algunas veces esas
descripciones son acompañadas de azoros y de impredecibles sobresaltos.
Un ejemplo es Breve crónica de un viaje a la Habana de Marta Ruiz.
4. La
crónica taurina
Es una especie en vía de
extinción, puesto que su difusión es mínima, centrada entre aquellos
conocedores del género. La crónica taurina es comunicativa, denotativa,
estética, intuitiva y connotativa, pues “el cronista parte de la experiencia y
de las circunstancias personales, lo que ofrece una visión personal de sus
propias vivencias” (Albertos, 2002, p. 3), del espectáculo y no de una verdad.
Dentro del taller se trabajará una crónica de Antonio Caballero, uno de los
pocos cronistas colombianos que se ocupan de este tema.
5. La
crónica urbana
Es considerada como “una manera
de ir a la calle, de dar testimonio directo” (Rodríguez como se cita en Montes,
2009, p. 1) de las pequeñas historias y de las vivencias ocultas en el
entramado de una ciudad emergente, bulliciosa y asfixiante, donde el individuo
se acerca más al mundo de la soledad, que abraza entrañablemente como un hijo a
su madre de la cual no quiere separarse. Su elección dentro del proyecto tiene
como fin estimular en el estudiante el reconocimiento de las
pequeñas cosas, las sencillas, como materia para ser contada puesto que
expresan la realidad del hombre y el espíritu humano.
Un ejemplo es la crónica El mejor restaurante del mundo por dentro de Brisa Deneumostier.
6. la
crónica testimonial
La crónica testimonial implica
que el cronista viva determinadas situaciones y la cuente luego. Ello implica
otro foco desde el cual se cuenta la historia, dado que el cronista tiene de
manera vivencial la información necesaria para construir su historia, que
sumada a su opinión objetiva de la situación permite la producción de una
crónica social o de denuncia. Cabe recordar que es indispensable que el
cronista no pierda su objetivo al someter su vida y su integridad a esas
situaciones. Colombia ya tiene un pequeño grupo de cronistas dispuestos a
ponerse los zapatos de otros y así “penetrar en las interioridades a las que no
llega habitualmente el reportero” (Samper, 2007, p. 27). Henry Holguín se hizo
pasar por medingo; Ligia Riveros, por prisionera en una cárcel; Efraín Medina,
por boxeador Lucevín Gómez, por motociclista del departamento de tránsito;
Daniel Coronell, por empleado de la Registraduría; y Ernesto McCausland, por
bombero.
Un ejemplo de este tipo de crónica es De regreso a mi colegio de Antonio Sanint.
Por Édgar Fabián Amaya Güiza
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